martes, 14 de septiembre de 2010

Desarrollo moral

La adquisición del desarrollo moral en el niño, ha sido un tema ampliamente discutido por psicólogos, filósofos y sociólogos.
Desde el punto de vista psicológico existen fundamentalmente dos concepciones distintas: una de ellas considera el desarrollo moral como un proceso de interiorización de normas y prohibiciones socialmente sancionadas. Esta posición mantiene que el niño va aprendiendo y asumiendo conductas en función de que estas sean castigadas o recompensadas. El niño aprenderá que ciertas cosas están mal porque serán castigadas de algún modo y aprenderá que otras están bien o son correctas porque cuando las haga será recompensado por ello.
La otra concepción afirma que el desarrollo moral es una elaboración de juicios universales sobre lo bueno y lo malo. Esta posición ha sido especialmente defendida por autores como Piaget o Kohlberg. Según esta concepción, el niño va a adquirir una serie de juicios, valores u opiniones a lo largo de su proceso evolutivo, que van a ser universales, es decir, el niño sabrá que una conducta es buena, no porque aprenda que dicha conducta es correcta en un entorno determinado, y por lo tanto buena, sino porque es objetiva y universalmente buena.
Tanto Piaget como Kohlberg sostienen que los niños no pueden emitir juicios morales sólidos hasta que alcanzan un nivel suficientemente alto de madurez cognoscitiva como para ver las cosas como las vería otra persona.
Piaget inicia su obra “El criterio moral en el niño”, definiendo la moralidad como un sistema de reglas, encontrándose la esencia de la moralidad en el respeto que los individuos adquieren por las reglas, el cual se obtiene a través de la relación entre sí mismo y los otros individuos. Para Piaget, la moral depende del tipo de relación social que el individuo sostiene con los demás, y existen tantos tipos de moral como de relaciones sociales.

ETAPAS DE DESARROLLO MORAL: heteronomía y autonomía moral (Piaget)

La moral heterónoma se basa en la obediencia, fundándose la relación entre las personas en el respeto unilateral hacia el que sustenta la autoridad. Es impuesta desde el exterior, como un sistema de reglas obligatorias. Tiene carácter coercitivo y es la fuente del deber. Esta etapa coincide con la etapa preoperacional, donde el niño tiene una idea estricta sobre los conceptos morales. El niño cree que las reglas no pueden ser cambiadas, la conducta es correcta o incorrecta, y cualquier ofensa merece un castigo severo. La obediencia es absoluta, y las cosas se siguen al pie de la letra, no hay excepción a la regla. El respeto es vivido unilateralmente, hacia un lado, el niño respeta al adulto.
El paso de la heteronomía a la autonomía implica el paso de lo egocéntrico a lo social, al sentido de la cooperación social, y por lo tanto la comprensión de la regla con un sentido de obligación. Esto se logra cuando la relación social está regulada por el reconocimiento del otro, donde el individuo se introduce en el mundo social.
Para Piaget un individuo es autónomo moralmente si es independiente de toda influencia externa, especialmente de la de las autoridades adultas. La conciencia autónoma se basa en relaciones de reciprocidad con otros, de igualdad.
En la autonomía se sigue una regla, un principio, o ley, que es interno a la propia conciencia de la persona, que la ha interiorizado a través de un proceso de construcción progresivo y autónomo. En la autonomía, la regla es el resultado de una decisión libre, racional y espontánea, surgiendo del propio individuo como un conjunto de principios de justicia. Se basa en el principio de igualdad, el respeto mutuo y las relaciones de cooperación.
Esta etapa se caracteriza por la flexibilidad moral; se contemplan las intenciones detrás de las acciones. Las reglas son transformadas de acuerdo a las necesidades, y la obediencia se da en el consenso. El respeto es mutuo, hay un sentimiento de cooperación con el otro.
No existe un patrón de moral absoluto o inmodificable, sino que cada individuo puede decidir lo que es correcto o incorrecto.

Fernanda Oviedo

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