jueves, 26 de agosto de 2010

DESARROLLO SOCIAL

Por: Silvina Díaz

El estudio del desarrollo social es relativamente reciente y esto ha provocado posturas encontradas en el campo evolutivo, y aunque todos los autores manifiestan su acuerdo en que el niño es un ser social por naturaleza, existe desacuerdo sobre el momento de inicio de la socialización.

Para unos autores desde el momento del nacimiento existe socialización, ya que el niño necesita de los demás para alimentarse y se comunica con ellos mediante el llanto.
Para otros, en cambio, el proceso de socialización es progresivo y no se adquiere hasta edades más avanzadas cuando se tiene conciencia de uno mismo y de los demás.
Para la mayoría de los autores el desarrollo social comienza desde el momento en que el niño nace, ya que el primer contacto social o la primera interacción social que se produce en su vida, es el contacto con su madre.
Los padres serán así el primer agente socializador en la vida del niño. La familia va a ser de gran importancia ya que en la interacción padres-hijos se desarrollan patrones de protección de actitudes y valores personales, con los que el niño generará más adelante las habilidades sociales necesarias que le permitan relacionarse de forma satisfactoria con sus iguales.
Los siguientes socializadores en la vida de un niño serán sus compañeros, amigos o iguales junto con instituciones sociales como la escuela.
Por tanto, la socialización es el resultado de la interacción entre el niño y el grupo social donde vive y adquiere roles, normas y costumbres.


- DE 0 A 3 MESES:

Hacia las tres semanas de vida, el bebé imita los gestos de los adultos que le cuidan y es capaz de percibir y reaccionar ante las expresiones emocionales de los demás.
A través de la interacción con su madre el niño establece lo que llamamos vínculo, que es el lazo afectivo que se establece por la proximidad y el cariño del otro.

- ENTRE LOS 3 Y 6 MESES:

El bebé reconoce a las personas de su entorno y reacciona ante su presencia.
Determinadas personas adquieren para el niño un significado muy importante y es capaz de percibir la sonrisa, el llanto y reaccionar ante ellos.
Experimenta angustia de separación, si su madre se ausenta.

- DE 6 A 12 MESES:

El bebé interpreta y comprende las demandas de los que le rodean e intenta hacerles partícipes de su actividad.
Tiene reacciones en su conducta como vocalizaciones, llanto, abrazos, aceptación o rechazo. Discriminan y adoptan una posición de miedo y cautela ante los extraños.
Al llegar al primer año, el niño es capaz de reconocer se a sí mismo y su carácter comienza a asociarse a claves sociales externas: si el niño está bien va a sonreir y manifestar curiosidad hacia el mundo que le rodea. De esta misma forma va a manifestar abiertamente conductas sociales negativas como la defensa, mediante el llanto, ante personas extrañas.

- ENTRE 18 Y 24 MESES:

Manifiesta simpatía o antipatía hacia personas concretas. Comienza a interesarse ya por sus propios objetos. Ya es un niño que colabora al vestirse y que comienza a tener hábitos en la mesa y respeta turno de comunicación.
Sin embargo, aún no conocen adecuadamente la norma social o no la comprenden pudiéndo dar lugar a rabietas.
Durante el segundo año de vida, el niño descubre y desarrolla un nuevo comportamiento: bromea, asusta y sorprende a sus padres. La sensación de bienestar familiar aumenta y también el miedo a los extraños.

- ENTRE 2 Y 3 AÑOS:

En este año comienza a encontrarse con los otros niños y a estar con ellos, pero prefieren jugar solos.
En el tercer año reafirman su sentido del yo y su independencia. Saben controlar sus esfínteres, controlan sus enfados y sus llantos y expresan sentimientos como amor, celos, envidia o tristeza.
Las relaciones sociales con los otros niños cambian, ya que, aunque siguen prefiriendo jugar solos, están más abiertos a comunicarse y a compartir sus juguetes.

- ENTRE 4 Y 5 AÑOS:

El niño se preocupa por los demás, comparte sus cosas y demuestra su cariño. Sus contactos sociales en este periodo no son muy grandes, pero aprende a acomodarse al grupo, coopera y participa en el mismo, aunque no aceptan claramente las normas del grupo.

- A PARTIR DE LOS 6 y 7 AÑOS:

Coincidiendo con la Educación Primaria, se empiezan a establecer las verdaderas interacciones sociales, a través de las que el niño aprenderá a conocerse a sí mismo y a respetar las normas de grupo y está será la preparación fundamental para relacionarse con los demás y aprender las habilidades sociales que regirán la vida adulta.

- A PARTIR DE LOS 8 AÑOS Y HASTA LOS 13:

Los niños establecen identificaciones con adultos y profesores. La compasión y el interés por los otros se hace patente en la capacidad de los niños por amar y compartir. Aumenta el deseo de comunicarse con los demás y las relaciones que se establezcan serán muy importantes, ya que en esta etapa se establecen relaciones duraderas y estables con los compañeros.

- DURANTE LA ADOLESCENCIA:

La experiencia que se ha adquirido en la escuela, intensifica la separación de la familia y a la vez incrementa las relaciones interpersonales.
En este periodo las interacciones más fuertes se producen con personas de la misma edad y con los que se comparten los mismos intereses. Los adolescentes adquieren su identidad a través de la socialización con sus iguales y mantienen con ellos un mismo código en su apariencia física, ropa o conducta.
Es necesario tener en cuenta la interrelación que existe entre la socialización y otros procesos evolutivos como el desarrollo afectivo y la competencia cognitiva.

Como hemos visto el niño depende de su grupo social y de sus pautas o costumbres inculcadas desde el nacimiento para ir adquiriendo unas correctas habilidades sociales que le permitan tener resultados satisfactorios. Por eso insistimos es fundamental el papel de la familia y de la escuela como socializadores, ya que el aprendizaje de las habilidades sociales se adquiere mediante información, pero también a través de la observación e imitación de los que se ve y oye.

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