jueves, 12 de agosto de 2010

Desarrollo físico y psicomotor a lo largo de los años preescolares

Por: Victoria Alarcón

En este período son muy interesantes los cambios que tienen lugar en el ámbito del desarrollo psicomotor, donde ocurren importantes transformaciones tanto en el ámbito práxico (de la acción) como en el simbólico (de la representación).

Desarrollo físico y progresos en el autocontrol
Durante los años preescolares, los niños no dejan de aumentar regularmente su talla y su peso, aunque la velocidad del crecimiento es más lenta de lo que había sido en los primeros años.
El cerebro continúa también su desarrollo, que ahora consiste sobre todo en el proceso de arborización de las dendritas y conexión de unas neuronas con otras.
En el comienzo de los años preescolares ya ha concluido lo fundamental de la mielinización de las neuronas (la mielina es una vaina que recubre el axón de las neuronas, aumentando mucho la velocidad de conducción de los impulsos en su interior), con lo que se está en condiciones de realizar actividades sensoriales y motoras mucho más rápidas y precisas.
Al mismo tiempo se va completando la teleencefalización con la maduración de zonas distales de la corteza cerebral. Así, el lóbulo frontal habrá madurado notablemente sobre los 5-6 años, permitiendo importantes funciones de regulación y planeamiento de la conducta.
En gran medida como consecuencia de los progresos madurativos que se dan en el cerebro, el control sobre el propio cuerpo conoce un importante avance durante los años preescolares, siguiendo las ya conocidas leyes céfalo- caudal y próximo- distal. El buen control que antes existía ya a nivel de los brazos se va a perfeccionar y a extender ahora a las piernas (ley céfalo-caudal). Además, el control va a ir poco a poco alcanzando a las partes más alejadas del eje corporal, haciendo posible un manejo fino de los músculos que controlan el movimiento de la muñeca y de los dedos (ley próximo- distal).
Ates de pasar a considerar en detalle el acceso progresivo y afinado control de las piernas, los brazos y las manos, debemos mencionar de pasada un aspecto muy diferente en el que también se pone de manifiesto el autocontrol corporal creciente: el control de esfínteres . Los niños acceden a este control habitualmente entre el segundo y el tercer cumpleaños, controlando las heces antes que la orina, y controlándose de día (18-24 meses) antes que de noche (2-3 años, como queda dicho).
Como principio general, es preferible comenzar este entrenamiento de control de esfínteres cuando el niño está llegando a la madurez fisiológica y no antes. También es preferible hacer este entrenamiento desde un clima lúdico y relajado y no desde un clima cargado de presión emocional.
En cuanto al control de las piernas, en los años que van del segundo al sexto, los movimientos de las piernas ganan en finura y precisión: el niño va a ir siendo capaz de correr mejor, más armónica y uniformemente que a los dos años, va a ser capaz de ir controlando mejor actividades como frenar la carrera o acelerarla, va a ir dominando conductas como subir y bajar escaleras (al principio con apoyo, luego progresivamente sin él).

Establecimiento de la preferencia lateral  
Aunque el cuerpo humano es morfológicamente simétrica, desde el punto de vista funcional es claramente asimétrico, de manera que muchas personas utilizan el brazo y la pierna de la derecha del cuerpo, mucho más que los mismos miembros simétricos del hemicuerpo izquierdo. Algo parecido, pero menos evidente y menos conocido, ocurre en los ojos, de los que uno es dominante sobre el otro.
Las preferencias laterales a que nos estamos refiriendo pueden ser homogéneas (y el niño es diestro de ojo, de brazo y pierna, o zurdo de ojo, brazo y pierna), o cruzadas (y el niño puede ser, por ejemplo, zurdo de ojo y diestro de brazo y pierna). En nuestra cultura, alrededor de 10 por 100 de las personas son zurdas, con mayor porcentaje de hombres que de mujeres. En general se puede afirmar que somos zurdos o diestros porque nacemos con un cerebro que nos hace ser de una u otra manera. Modificar la preferencia lateral del niño es, por ello, hacerle una violencia que no afecta a un simple hábito o manía, sino que entra en contradicción con la organización de su cerebro.

El esquema corporal y sus componentes 
El concepto de esquema corporal se refiere a la representación que tenemos de nuestro cuerpo, de los diferentes segmentos corporales, de sus posibilidades de movimiento y acción, así como de sus diversas limitaciones. Esa compleja representación se va construyendo lentamente como consecuencia de las experiencias que realizamos con el cuerpo y de las vivencias que de él tenemos. Gracias a dichas representaciones se va construyendo lentamente como consecuencia de las experiencias que realizamos con el cuerpo y de las vivencias que de él tenemos. Gracias a dicha representación conocemos nuestro cuerpo y somos capaces de ajustar en cada momento nuestra acción motriz a nuestros propósitos.
¿Cómo se llega a poseer una representación del esquema corporal y de las relaciones cuerpo-medio tan afinada y compleja? A través de un largo proceso de ensayos y errores de ajuste progresivo de la acción del cuerpo a los estímulos del medio y a los propósitos de la acción. Lo que esto significa es que el esquema corporal no es asunto de todo o nada, sino una construcción progresiva en la que nuevos elementos se van añadiendo como consecuencia de la maduración y de los aprendizajes que se van realizando.
Este proceso, es más bien un paulatino acumular y relacionar la de la visión del propio cuerpo con la experiencia de sentir el propio movimiento. pasando por estas etapas de "sentir como nuevo esa mano que veo que nuevo" se llegará a otras más evolucionadas: "saber que esa mano que siento es mía, saber que forma parte de mi cuerpo, de mi yo".
En la construcción del esquema corporal no son suficientes la maduración neurológica y sensorial, ni el ejercicio y la experiencia personal que actualizan esa maduración, sino que también como en otros aspectos evolutivos, es decisiva la experiencia social.
En realidad antes que conocer el cuerpo de uno mismo, se conoce el del otro. El niño aprende a sonreír cuando percibe la sonrisa de quien se coloca cara a cara con él,le habla y le ofrece juego. Hasta tal punto es importante la percepción del cuerpo del otro para elaborar un correcto esquema corporal, que una persona que se quede ciega precozmente puede llegar a tener problemas posturales (los llamados "blindismos").
Hay otro hecho social relevante para la construcción de las representaciones del cuerpo: el desarrollo del lenguaje. Aun antes de que exista un lenguaje expresivo, el niño se somete a juegos ("Dónde está la boquita?. ¿Dónde están los ojitos?...") que cumplen la triple función de aumentar su vocabulario, ayudarle a conocer su cuerpo y divertirle. Tras las palabras se esconden conceptos que organizan el mundo exterior de los objetos y el mundo del propio cuerpo. Las palabras serán los primeros instrumentos para codificar la realidad y hacerla comprensible. en cierto sentido no llegamos a saber bien que nuestra mano es distinta de nuestro pie hasta que podemos llamarlos con nombres diferentes.
"Ojos", "nariz", "boca", "manos", son herramientas para construir un primer análisis del yo corporal, palabras que posibilitan comprender al cuerpo como algo separable del mundo que nos rodea y constituido por elementos diferenciados.
El cuerpo no es algo estático, sino que se mueve en el espacio y se relaciona con el mundo circundante. También en esto cumple el lenguaje une función importante. Hay etapas en las que el niño preescolar va a hablar para sí mientras juega, y con su habla va a dirigir su acción. Va a ir contrastándose a sí mismo lo que hace y lo que piensa hacer.
La palabra se convertirá así en un instrumento que facilitará el control de la corteza cerebral sobre la experiencia psicomotriz. El lenguaje enriquece y organiza la representación simbólica de la percepción y el movimiento corporal.
El esquema corporal es, sobre todo, un conjunto de representaciones simbólicas. El entramado de percepciones, movimientos y conceptos verbales se archivan como representaciones del cuerpo en relación con el espacio circundante y los ejes de simetría que definen al mismo cuerpo dentro de ese espacio. Un esquema corporal bien establecido supone reconocer la imagen del propio cuerpo.
De los dos a los cinco años, varones y mujeres aumentan la calidad y discriminación perceptiva respecto a su cuerpo. Se enriquece el repertorio de elementos conocidos, así como de la articulación entre ellos. El desarrollo de habilidades motrices, como una presión más exacta y una locomoción mucho más coordinada, facilita la exploración del entorno y de las interacciones que éste establece con su cuerpo.
De los siete a los doce años, dentro ya de la edad escolar, culminará el proceso de construcción del yo corporal, con la potenciación de las representaciones mentales del propio cuerpo y el movimiento con relación al espacio y al tiempo. Se integran ya plenamente sensación y movimiento y el cuerpo puede ser descrito con eficacia, tanto desde el lenguaje oral como desde el dibujo. Como algunos autores sostienen, para llegar hasta aquí fue preciso recorrer un largo camino de tres etapas, en el que la primera fue de exploración de uno mismo y de los demás, la etapa intermedia sirvió para tomar conciencia de lo que se poseía y lo que se podía lograr y, finalmente, la etapa de la coordinación, la estructura y la integración.

En camino al dominio psicomotor 
Puede resultar paradójico que señalemos en planos de igualdad al proceso de independencia motriz y al proceso de coordinación, que parecen apuntar hacia metas totalmente opuestas. La independencia es la capacidad de controlar por separado cada segmento motor. Lograr hacer un movimiento relativamente complejo con una mano sin que se mueva la otra o sin sacar al mismo tiempo la lengua, ni hacer muecas, es un ejemplo de independencia.
La independencia de los segmentos corporales va a ir eliminando durante los años preescolares la mayoría de las sincinesias  y paratonías, es decir, movimientos parásitos y alteraciones del tono en otros órganos que no son los que se desea mover.Este proceso de segmentación e independencia no se logran del todo en la mayoría de los niños hasta los 7-8 años, dentro ya del período escolar.
La coordinación supone un proceso aparentemente opuesto. Patrones motores que eran aparentemente independientes, se encadenan y asocian formando movimientos compuestos, mucho más complejos que los originales. Pero lo más destacable  de la coordinación es que la secuencia de movimientos se automatiza, de modo que de se ejecuta sin que el sujeto tenga que estar atendiendo a su realización. Subir escaleras, alternando ambas piernas y desplazando la mano por el pasamanos, es un ejemplo de coordinación. Escribir implica también buenas dosis de coordinación.
El tono, es el grado de contracción que en cada momento tienen los músculos, grado que oscila entre la hipertonía (tensión) y la hipotonía (relajación). El tono de cada músculo está sujeto a controles involuntarios por parte del sistema nervioso, pero es susceptible de control voluntario, como lo demuestra el hecho de que podamos relajar o tensar conscientemente nuestros músculos. A través de sus experiencias con los objetos con los que se relacionan, los niños van aprendiendo a ajustar su tono muscular a las exigencias de cada situación, de manera que no utilizan la misma tensión muscular para mover su cama, que para levantar el globo que se les acaba de caer.
En la medida en que afecta a grandes grupos musculares, el tono repercute en el control postural y en la mayor o menor extensibilidad de las extremidades. El control de la tonicidad muscular es además importante porque, a través de complejos mecanismos neurológicos, el tono se relaciona por un lado con el mantenimiento de la atención y por otro con el mundo de las emociones y la personalidad.
Aprender a controlar la tonicidad muscular es facilitar el aprendizaje del control de la atención. En lo que se refiere a la conexión emociones-tono, se trata de una relación bien conocida a través de la cual las tensiones emocionales se traducen en tensiones musculares.
 El control respiratorio se trata de una importante función corporal sujeta a un control automático por parte del sistema nervioso, lo que no implica que la respiración no pueda ser también sometida a u control voluntario. El aprendizaje del control de la respiración es importante porque, la respiración se relaciona con los procesos de atención y las emociones. El control respiratorio implica también conocer cómo se respira y controlar conscientemente (hasta donde es posible) el ritmo y la profundidad de la respiración.
La estructura del espacio se relaciona con la conciencia de las coordenadas en las que nuestro cuerpo se mueve y en las que transcurre nuestra acción. Desde los planos espaciales más elementales (arriba- abajo, delante- detrás)hasta los más complejos de aprender (derecha-izquierda), el niño tiene que ir representando su cuerpo en el contexto del escenario espacial en que transcurre su vida, siendo capaz de organizar su acción en función de parámetros como cerca-lejos, dentro-fuera, grande-pequeño, estrecho-ancho...
Algo semejante ocurre con la estructuración del tiempo. El niño sitúa su acción y sus rutinas en unos ciclos de sueño-vigilia, de antes-después, mañana-tarde-noche, días de la semana-días del fin de semana, y es capaz de hacerlo en su actividad mucho antes que de representarse simbólicamente esas nociones.
Movido como siempre por el doble impulso de la maduración y de los aprendizajes, el niño va accediendo a un doble proceso de diferenciación de estos diversos componentes (control tónico y respiratorio, control postural y del equilibrio, estructuración del espacio y del tiempo) y de integración de todos ellos en una totalidad crecientemente compleja y bien articulada: el esquema corporal. Desde el cuerpo como unidad, integrador del resto de actividades psicomotrices, al cuerpo como objeto del propio conocimiento, el niño preescolar debe recorrer un camino que no se completará hasta años más tarde. Pero las bases de ese caminar se establecen en este período, y al niño y a su entorno educativo les queda la tarea de que se establezcan bien.

Síntesis del capítulo 8 de "Desarrollo psicológico y educación" de Jesús Palacios, Alvaro Marchesi y otros                                  
    
                                   

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